Carlos Martínez Inda: Descanse en paz, mi maestro y mi amigo

junio 23, 2025

Eugenio Amézquita Velasco

Recibo con muchísimo dolor la noticia. Ha fallecido Carlos Martínez Inda. Se ha formado un hueco en mi vida. Lo digo sin rodeos: llenó a mi familia de caridad, de comprensión y de su gran amistad, la cual abarca también la actitud de la familia Martínez Briones hacia mí..

Su mano caritativa y generosa me alcanzó en 1981. Andaba necesitado de un empleo. Trabajo tenía, pero era insuficiente. Me lo encuentro en la librería Atenas, en la Avenida Juárez, por una de esas "Diosidencias" de la vida. Y en medio de mis carencias le pido empleo, siendo él director de El Sol del Bajío, a mi amada casa editorial donde se encuentra mi "ombligo " de nacimiento en el periodismo.

Como siempre, don Carlitos, con ese saludo afectuoso. Había sido jefe de mi papá, el Profr. Anselmo Amézquita Velasco, de 1968 a 1971 o 1972, quien se desempeñó como periodista y reportero para El Sol del Bajío en los municipios de Cortazar, Villagrán y Jaral del Progreso.. También el había llegado a pedirle trabajo, cuando nos cambiamos de la ciudad de Chihuahua al Bajío, siendo mi papá maestro y haber pedido su cambio de Flores Magón, Chih., a Villagrán, Gto. a la Escuela Secundaria "Constitución de 1917", en su segundo año de fundada. 

El Contador Martínez Inda, como mucha gente lo llamaba en Celaya, le tendió esa mano generosa a mi papá y a mi. Recuerdo como anécdota chusca, que cuando me dijo que cómo estaba y que era de mi vida, en ese instante de la petición de trabajo, le comenté que me había casado. Y con una mirada sorpresiva pero sonriente, sin tomarle a mal el comentario sino que generando también una sonrisa en mí me dijo: "¿Te casaste? ¡Qué pend...jo!, soltando yo la carcajada, porque sabía de esa actitud siempre franca de él, pero no malintencionada.

Y tras hacerle la petición, y con mi gran necesidad porque mi esposa ya estaba embarazada de mi hija mayor, le pregunte: Oiga don Carlitos, y entonces, ¿sí me da trabajo? Tengo mucha necesidad. Y me contesta el buen Carlitos: "Ve el jueves al periódico".

La misma y reiterada necesidad me hizo insistirle: y ¿Ahí me dice si me da o no trabajo? Y la respuesta me dejó sin palabras. "No, ese día ya te presentas a trabajar".

Así, así era don Carlitos. Años después me aclaró. "Te dí el trabajo porque sabía quién era tu papá. Por él". Sólo puedo repetir aquí, en estas líneas, lo que en vida le dije. Muchas gracias Don Carlitos. Jamás tuve, tengo y tendré para pagar lo que hizo por mi y mi familia.

Ya en la empresa, con necesidad de una casa para mi familia, vuelvo a la carga, al darme cuenta de que ya estaba INFONAVIT otorgando casas. Antes, se tenían que hacer muchos brincos y maromas para tener casa. Y había una famosa hoja azul, que los trabajadores sabíamos que quien la trajera en mano, ese ya tenía casa.

Lo busco en su oficina, cuando "El Sol del Bajio" todavía estaba en la calle de Guadalupe. Entro y le digo: Oiga, Don Carlitos. Desde que entré aquí, he tenido la esperanza de contar con la oportunidad de tener casa. Pero hay muchos compañeros en la lista de espera, con más años que yo en la empresa y veo van delante de mi. Pero hay un compañero que entró después de mi y ya la dieron casa y pues, creo, esa para mi fue la señal de que tengo cara para poder pedir casa".

"Se sonríe y me dice... "hombre, estos canijos se adelantaron en el reparto de casas. Pero, tú espérate. Déjame hablar con el licenciado del INFONAVIT, y ya te digo después". Ese después tuvo una simple respuesta días después: "Ve a las oficinas del INFONAVIT. Ahí en las oficinas del Boulevard. El licenciado te va a atender". 

Acudí al INFONAVIT y sin más, me dieron la famosa hoja azul. En ese instante supe que tendría casa, la cual mi familia, hijos y nietos la disfrutamos desde hace 43 años.

En algún momento de mi caminar periodístico, Don Carlos me mandó llamar a esa misma oficina para hablar conmigo y decirme que si aceptaba yo ser el Jefe de Información de El Sol del Bajío. Sentí emoción y alegría por tomarme en cuenta, pero debí decirle que no. El motivo era porque me estaba desempeñando como empleado del gobierno federal en la Secretaría de Educación Pública, específicamente en la Escuela Secundaria Técnica No. 3 -la "ETI"- además de que estaba cursando mis estudios de licenciatura en Educación Media en la especialidad de Matemáticas y el tiempo no me hubiera alcanzado para cubrir tan importante encomienda. No quise quedarle mal a quien tanto me había apoyado. Me agradeció y me dijo: "Ojalá todos me respondieran con sinceridad como lo has hecho tú".

Estimaba Don Carlitos muchísimo a mi hermana Conchita, quien llegó a ser reportera de sociales en "El Sol del Bajío", teniendo como compañeras a Lulú y Elvira Martínez. Hasta los últimos momentos que nos veíamos, siempre la recordaba y me pedía que la saludara.

Cómo no querer y amar fraternamente a este hombre y a todo lo que le rodea. Sus hijos, su esposa - "Becos", como cariñosamente llamaba a Doña Tere-. Carlitos Martínez Briones, que tanto se parecía a Roberto Carlos, con ese peinado afro de los años setentas que portaba; Tere Martínez Briones, de las primeras periodistas redactoras en inglés en la zona. O mi buen Lalo Martínez Briones, empresario. Gente buena, tal y como así los veo desde mi trinchera y mi experiencia de vida. Formados para hacer el bien y llenos de amigos.

Esto y más fueron los motores que me exigieron en conciencia buscar que tres buenos maestros y amigos: Carlos Martínez Inda, Octavio Arvizu Villegas y mi inolvidable maestro Ángel Sierra Pedraza, recibieran del H. Ayuntamiento de Celaya el título de ciudadanos distinguidos, y que esto fuera en vida. No lo pude lograr para Don Angelito, porque ya tenía años de gozar de Dios. Pero Don Carlitos y mi querido "Octaviux" no se me escaparon.

Muy agradecido con el pleno del cabildo, porque lejos de partidos y demás, por unanimidad aprobaron mi propuesta que tanto el Ing. Javier Mendoza Márquez como Carlos Ruiz León, en sus calidades de alcalde y síndico tuvieron a bien encabezar.

En este momento de tristeza, me viene una sonrisa al rostro, al recordar el momento de la entrega del título de Ciudadano Distinguido de Celaya, en el salón de cabildos de Celaya. Las sonrisas de Don Carlitos y de mi buen "Octaviux" y de doña Petrita, la esposa de Don Angelito. 

La familia de Don Carlitos, algunos de ellos, habían venido de muy lejos solamente para estar con su papá. ¡Cuánto orgullo de ellos para con su padre, cuánta alegría y satisfacción de Don Carlitos! 

Verlo contento, alegre, destacado por la autoridad máxima del municipio, lo colocaba en un lugar de honor y de honra, es y fue una alegría para mi. Porque yo sabía y sé que así como me ayudó a mí, ayudó a muchos de mis compañeros de trabajo de El Sol del Bajío.

Caramba. Se me hace un nudo en la garganta mientras redacto esto. Se fue uno de mis viejos amigos, de mis viejos compañeros y de mis viejos maestros en el periodismo. Se me murió mi patrón. Se queda un hueco, pero con la alegría de saber que también confiaba en Dios y lo tenía cerca de su cama, en aquel Cristo que para él era su tesoro.

Descanse en paz, mi amigo, mi maestro... mi patroncito, Carlos Martínez Inda. #MetroNewsmx #GuanajuatoDesconocido

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